El fallecimiento de un ser querido implica la necesidad de empezar a tomar decisiones inmediatas acerca de cómo va a ser su funeral. Una de las más complicadas es el destino final que vamos a dar sus restos. Elegir entre un entierro o una cremación puede resultar un problema importante, si no conocemos qué representa realmente cada una de estas técnicas funerarias y sus ventajas.
Ventajas e inconvenientes
La cremación o incineración de un cuerpo se realiza en hornos específicamente diseñados para ello, que someten a altas temperaturas el cuerpo del fallecido durante unas dos horas. Posteriormente, las cenizas se dejan enfriar y se recogen para ser entregadas en una urna funeraria a los familiares del fallecido.
La cremación es una opción cada vez más popular, especialmente porque es un proceso completamente legal y seguro que tiene numerosas ventajas. Por una parte, es respetuoso con el medio ambiente y evita la contaminación del entorno. Además, optar por la cremación reduce el espacio necesario para los cementerios, lo que resulta especialmente importante en lugares con gran población.
Finalmente, hay que tener en cuenta que algunas personas optan por la cremación para el día que llegue su final, pensando que no desea que su cuerpo pase por el proceso de descomposición que implica un entierro usual.
Asimismo, muchas personas optan por la inhumación o entierro por motivos especialmente emocionales. Se trata de un proceso más largo y costoso, sobre todo porque implica la compra de un espacio en el cementerio para el reposo de los restos, pero se valora especialmente la posibilidad de seguir con la tradición religiosa cristiana. Igualmente, muchos familiares prefieren enterrar a sus seres queridos porque de esta manera disponen de un larga de referencia al que acudir para llevarles unas flores y honrar su recuerdo de manera directa.