Si decidimos inhumar el cadáver de un ser querido fallecido, deberemos buscar un lugar en el cementerio para el descanso de sus restos. En la mayoría de camposantos nos encontraremos con dos tipos de espacios básicos para el depósito de una inhumación: las tumbas y los nichos.
¿Qué es un nicho?
Un nicho es una unidad de enterramiento, que tiene forma de cavidad abierta en un muro o estructura vertical. Se cierra por delante y puede acoger tanto ataúdes con cuerpos como restos de fallecidos o cenizas, en sus correspondientes recipientes.
De todos modos, hay que tener en cuenta que las medidas habituales de un nicho están pensadas para acoger un solo ataúd individual. De hecho, esta es una de sus principales diferencias respecto a las tumbas, excavadas en el suelo y pensadas para que puedan acoger a diversos cadáveres en diferentes profundidades.
Los nichos en los servicios funerarios
Si tenemos contratado un servicio funerario, debemos ser conscientes de que el nicho no recibirá el mismo tratamiento que los otros elementos que forman parte de la ceremonia y entierro del fallecido. La razón es bien sencilla: su contratación depende de las ordenanzas y tarifas de cada municipio y, de hecho, la tasa por la reserva de un nicho se paga directamente al ayuntamiento de la localidad donde se quiere adquirir sus derechos.
Esta variabilidad del importe del nicho y sus consecuentes tasas hace que las funerarias no determinen nunca una cuantía general para esta partida, sino que una vez obtenida la información del consistorio correspondiente contacten con el cliente en particular para gestionar la reserva del nicho por un importe concreto.